Un primer ministro cada año y medio en Italia. (Foto: YouTube)

El adiós de Draghi confirma la continúa crisis que vive Italia

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Mario Draghi, una de las figuras más respetadas de Italia, el el último político en sufrir la crisis. El todavía primer ministro y expresidente del Banco Central Europeo presentó su dimisión este jueves después de que varios de los partidos que sostenían su Gobierno le retiraran su apoyo. Draghi ha estado 17 meses en el poder, lo que le sitúa en la media de sus antecesores en las últimas décadas.

La realidad de Italia es que son incapaces de gobernar durante una legislatura entera. Draghi se ha despedido del Parlamento emocionado, aunque con humor: "Gracias, hasta el corazón de un banquero central tiene uso a veces", indicó a los diputados. 


El 'premier' había llegado al poder en medio de una gran crisis política y económica tras la caída del Ejecutivo de Giuseppe Conte. Aceptó, tras muchas reticencias, después de que prácticamente se lo suplicara el presidente italiano, Sergio Mattarella.

Su Gobierno combinó cargos técnicos con otros de la compleja coalición que le apoyaba: la extrema derecha de Salvini, la derecha de Berlusconi, la socialdemocracia del Partido Democrático, el populista Movimiento 5 Estrellas y la centrista Italia Viva de Renzi.

Todos ellos han llegado al poder en las últimas décadas, pero ninguno ha conseguido mantener una estabilidad política suficiente, sin terminar la legislatura entera. 

Ahora, su adiós, supone "una crisis de todo el sistema político italiano, una crisis total en un contexto internacional de muchísima incertidumbre". Así lo determina Matteo Giardello, politólogo e investigador de la Universidad de Nápoles Federico II, a RTVE. 

Sin duda, Berlusconi tuvo algo que ver en todo este proceso. El magnate milanés entró en política a inicios de los noventa, cuando estalló el escándalo de Tangentopoli. Un proceso judicial bautizado como Manos Limpias destapó una extensa red de corrupción (en forma de comisiones, o "tangenti", de ahí el nombre) que salpicaba a los grandes partidos que tradicionalmente se habían repartido el poder en Italia desde la Segunda Guerra Mundial: la Democracia Cristiana y el Partido Socialista.

En 1994 Berlusconi, con su particular estilo populista y una imagen de empresario independiente de la política, ganó las elecciones y el sistema implosionó, hasta el punto que aquel año se considera el fin de la Primera República y el inicio de la Segunda. Los principales partidos desaparecieron y surgieron nuevas fuerzas ajenas al tradicional eje izquierda-derecha.

Fue ahí cuando volvió a gobernar en varias ocasiones (en 2001, 2005 y 2008), hasta que, asediado por múltiples causas de corrupción, polémicas relaciones con la mafia y varios escándalos sexuales, dejó el poder en 2011. 

 
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