Dilma Rousseff, pendiente de la decisión sobre Luis Inácio Lula da Silva

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Dilma Rousseff muy pendiente de la decisión judicial sobre Luis Inácio Lula da Silva. Tres jueces de Porto Alegre deciden si ratifican o anulan la condena a nueve años y medio de prisión de quien ha sido presidente de Brasil durante ocho años.



Lula da Silva, para sus seguidores, un mito. Para sus detractores, el político que debe pagar por la corrupción como lo hizo Dilma. ¿Inocente o culpable? El tribunal tiene que pronunciarse sobre si el juez Sergio Moro tenía pruebas suficientes para dictaminar que Lula da Silva fue sobornado por una constructora con un apartamento en una playa de Sao Paulo.

Una fuerte presión mediática. Porque este fallo judicial se ha convertido en la causa contra un largo periodo de poder del Partido de los Trabajadores (2003-2016).

De nuevo, la cara y la cruz. Quienes defienden a Lula de Silva y su honestidad, reivindican a la vez el momento del crecimiento de Brasil y de políticas que sacaron a millones de personas de la pobreza extrema. Quienes lo denigran, señalan lo contrario de manera copernicana, el periodo negro de Brasil con la mayor recesión en la historia del país y el enfangamiento de las instituciones en la peor corrupción política.

La sentencia del tribunal de Porto Alegre está llamada a una gran repercusión política. Si ratifica la condena dejará fuera de la carrera electoral a Lula da Silva, el máximo favorito para volver al Palacio de Planalto. Si el expresidente queda absuelto, la operación Lava Jato, la mayor investigación contra la corrupción en América Latina, recibiría un golpe de credibilidad.

En la lectura más profunda de este fallo -en cualquiera de sus decisiones- retrata a un Brasil profundamente dividido. Una fractura que no es fácil superar. Es la cuestión seguida con preocupación desde Buenos Aires. El asunto que inquieta a Mauricio Macri. La sombra de la brecha que planea a la vez sobre Argentina y Brasil.
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