El enigma de la ausencia de Francisco en la Argentina de Macri

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Son dos secretos a voces.

Francisco ya es un experimentado viajero que sigue la senda de Juan Pablo II en un Papado que vive a contrarreloj y en el que nunca he descartado tener como ejemplo a Benedicto XVI si sufre una repentina crisis de salud. Al Papa siempre le ha preocupado su salud que le impidió cumplir su sueño de misionero con una misión en Pekín. Atención a que ahora su deseo es aún más fuerte y podría cumplirse.



Pero en Ciudad del Vaticano hay a la vez certezas sobre el criterio del primer jesuita que se convirtió en Papa. Jorge Mario Bergoglio no dudaría en dar un paso al costado, si hay una quiebra en su salud, con la posibilidad de dos Papas eméritos. Francisco tiene igual de claro que en su agenda no hay por el momento espacio para una visita a su Argentina natal. No quiere aumentar la llamada brecha entre cristinistas y macristas.



Es el vigésimo segundo viaje de su pontificado y el sexto a América Latina desde su elección. En 2013, viajó a Brasil. En 2015, en julio, a Bolivia, Ecuador y Paraguay; en septiembre, a Cuba y Estados Unidos. En 2016, a México. En 2017, a Colombia. En este largo viaje, de 16 horas de vuelo, pudo haber hecho una escala en Argentina. Nunca lo contempló, aunque hubo voces que lo sugirieron según fuentes vaticanistas.

Una larga expedición de argentinos ha viajado a Chile para estar con el papa Francisco. A muchos de ellos les hubiera gustado un gesto de Francisco con su propio país. Es bien claro para toda una generación, y la nueva, que será muy difícil ver a un nuevo Papa argentino. De ahí que no se comprenda para muchos, católicos o respetuosos con las religiones, que Francisco ignore a su país.

El primer encuentro del Papa con Mauricio Macri fue una pequeña catástrofe. El Papa no disimuló su contrariedad con  una visita fría y con mal gesto. La segunda audiencia tuvo mejor tono. Pero no hay todavía deshielo total.

Algunos portavoces vaticanos apuntan a que son funcionarios de la actual Administración de Mauricio Macri quienes avivan las críticas a Francisco en las redes sociales. En Buenos Aires existan a la vez quejas, decepción y aceradas críticas. El Papa siempre distinguió a Cristina Kirchner en sus encuentros. No ha ocultado que es un Papa que sigue muy atento la política en su país y que valora las aportaciones del peronismo.

Pero también es cierto que Mauricio Macri nunca quiso tener una relación personal con el Papa. No le abrió su intimidad personal y política. Entre ambos hay por tanto una relación de frialdad. Todavía está a tiempo de rectificar el presidente. De nuevo, y este viaje lo subraya, a Mauricio Macri le va a resultar muy difícil explicar por qué en su primer mandato (que puede ser el único) el Papa argentino nunca visitó su país.

Por ahora el presidente sólo tiene un mandato. No debería cerrarlo con una ausencia que no es buena para una Argentina que tiene aún que coser muchas heridas y desencuentros.

En el vuelo de Roma a Santiago, Francisco mostró su preocupación por el clima de tensiones en el Pacífico como evidenció la falsa alarme de ataque de Corea del Norte a Hawai. Entregó a los periodistas la impresionante fotografía en blanco y negro del niño que espera su turno en el crematorio con su hermano muerto a sus espaldas.

Fue una imagen tomada en 1945, después del bombardeo atómico en Nagasaki, por el fotógrafo norteamericano Joseph Roger O'Donnell. "La encontré de casualidad, me conmoví cuando la vi y me animé a escribir detrás de ella 'es el fruto de la guerra'", dijo Francisco. "Quise imprimirla y darla, porque una imagen así conmueve más de mil palabras. Por eso la quise compartir con ustedes", señaló.

Un difícil viaje de Francisco a Chile y Perú con las muescas en la imagen y reputación de la Iglesia de los abusos sexuales de sacerdotes. Un  peso que para Benedicto XVI fue lacerante y pudo precipitar su renuncia. De nuevo Francisco, lejos de Roma, pero dispuesto a ser implacable con las ovjeas negras de la Curia y los vientos de tempestades que sembraron.
 
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