Éxito de la mediación de Macron con Donald Trump y Hassan Rohani

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¿Podría el G7 volver a convertirse en G8 en 2020 en la cumbre organizada por Donald Trump? No probable pero tampoco imposible.

Emmanuel Macron ha tenido el mérito de volver a situar en la hoja de ruta de la Casa Blanca gobernada por Donald Trump a la Unión Europea, la OTAN, la Organización Mundial de Comercio y, por supuesto, al propio club del Grupo de los Siete, el G7.



Por primera vez  el presidente de Estados Unidos ha valorado el club puesto en pie desde 1973 por Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Japón. Nació para buscar respuestas a la crisis monetaria tras el abandono del patrón oro y al embargo de petróleo por la OPEP tras la guerra de 1973. Ampliado a Italia, Canadá y la Unión Europea, ha tratado de buscar respuestas a crisis petroleras, desafíos comerciales, deuda y graves conflictos internacionales. En 1997, se admitió a Rusia en lo que pasó a ser el G8. El propio G8 impulsó el Grupo de los 20 (G20) buscando el escenario de una gobernanza internacional.



En Biarritz, Emmanuel Macron buscó volver a la idea original de fundación del club. Trató de evitar primero las escenas de una batalla campal en la escena de las conversaciones con rigurosas y planificadas medidas de seguridad -en las que buscó la colaboración de España por la proximidad de Biarritz al puesto fronterizo de Hendaya-. Y dejó al costado un comunicado final. El G7 pasó así a girar hacia su patrón original de especie de tanque de pensamiento y acción.

Emmanuel Macron quiso además tener un encuentro largo y reflexivo con el presidente de los Estados Unidos para llevar a su ánimo las fortalezas y valores de mantener el multilateralismo, defender la democracia y enmarcar la globalización buscando el beneficio de la mayoría. Dejo la semilla en un líder complejo y cambiante.

Tres días de conversaciones en un marco de cordialidad culminaron con la conferencia de prensa conjunta de Emmanuel Macron y Donald Trump, y anuncio sorpresa.

Donald Trump desveló que está dispuesto a reunirse con el presidente de Irán. Después de meses de aumento de tensiones entre Washington y Teherán, anunció que "bajo las circunstancias correctas" podría haber una cumbre con Hasan Rohani. Las sanciones de la Casa Blanca y el programa nuclear de Irán son los principales focos de conflicto

Donald Trump confirmó que estaría dispuesto a un encuentro bilateral con el presidente de Irán, Hassan Rohani, y que la reunión podría desarrollarse si es que se dan "las circunstancias correctas", sin entrar en detalle. Por su parte el presidente de Francia, Emmanuel Macron, manifestó su esperanza de que un encuentro pueda organizarse "en las próximas semanas". 

Sin duda Emmanuel Macron -en logro importante en Biarritz- ha desactivado en parte la tensión entre Washington y Teherán. Su diplomacia relámpago ha resultado audaz. Invitó al ministro de Exteriores de Irán. Se reunió con él en las orillas de la cumbre del G7 y acercó posiciones de forma eficaz. Donald Trump desveló que el encuentro se produjo con su aprobación y dejó abierta la puerta a una cumbre personal en una estrategia de choque, fuego y paz similar a la sucedida con Corea del Norte.

El mérito de Emmanuel Macron ha pivotado sobre construir una química personal -asunto no sencillo- y buscar de verdad el objetivo de una cohabitación entre la Unión Europea y el actual inquilino de la Casa Blanca. Indudablemente ha servido a los intereses de Francia pero también a los la Unión Europea. El resultado ha sido el de un escenario muy diferente a las tensiones generadas en la cumbre del G7 en Canadá
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