Limpiadores latinoamericanos en el 11 S víctimas de su trabajo
En las labores de limpieza ayudaron ciudadanos de todo tipo, incluidas aquellas personas sin papeles que vivían en Nueva York. La gran mayoría eran latinoamericanos que por diversas causas aún no tenían el permiso de trabajar.
Fueron al menos 3.000 personas indocumentadas, hombres y mujeres, que retiraron escombros y limpiaron el tóxico polvo que había dejado la destrucción del World Trade Center.
En ese momento no lo sabían, pero años después confirmaron que aquel fue uno de los peores desastres ambientales de Nueva York. Sin embargo, ya se sabía que el asbesto y el plomo eran nocivos para la salud.
El polvo tóxico estaba lleno de ambos, entre otras 70 sustancias cancerosas, según el National Institute for Occupational Safety and Health en un informe de 2007.
Jornadas extenuantes
Como lo reportan Franklin Anchahua, Lucely Gil, Luis Soriano, Rosa Duque o Rubiela Arias, inmigrantes latinoamericanos sin papeles, trabajaban jornadas de 8 horas a 60 dólares la jornada (un poco más de lo mínimo para aquel entonces).
No les dieron entrenamiento y el equipo de protección era precario: guantes que se rompían con facilidad y mascarillas de papel que se ensuciaban enseguida. En muchos casos, el trabajo duró al menos 6 meses.
Lo trágico ha pasado después: el mencionado National Institute for Occupational Safety and Health ha reconocido desde 2007 más de 20 tipos diferentes de cáncer asociados al derrumbe del World Trade Center.
Estas personas han sufrido el síndrome de estrés postraumático, problemas respiratorios severos o dolencias gástricas, todos asociados al humo y al polvo de los escombros.
Franklin, peruano, sufre de EPT, y tiene los pulmones destrozados; Lucely, colombiana, superó un cáncer de mama (el más recurrente entre las mujeres que limpiaron el WTC), Luis, ecuatoriano, sufrió una gravísima diverticulitis que casi lo mata.
Rosa, guatemalteca, tiene dificultades respiratorias, y Rubiela, colombiana, tiene EPT y varias enfermedades estomacales y respiratorias.
Ayudas federales
Algunas de estas víctimas han demandado a la ciudad de Nueva York y a las empresas que les contrataron, y pese a que algunos de ellos han recibido indemnizaciones, no han obtenido los papeles de residencia.
Las indemnizaciones han estado por el orden de entre 40 y 55.000 dólares, pero el dinero no alcanza para pagar deudas, tratamientos médicos, comida y alquiler.
Muchos de ellos asisten ocasionalmente a un grupo de apoyo, Borders for Hope, con el que luchan por salir de la depresión, y otros han llevado adelante iniciativas para pedir la residencia para todos los sin papeles que trabajaron en la limpieza de las Torres Gemelas.
Hay que precisar que muchos de los limpiadores del 11S cuentan con una cobertura médica completa mediante el programa de salud federal del World Trade Center, pero otros muchos no han recibido ningún tipo de indemnización.
En 2011 el Congreso aprobó el pago de indemnizaciones federales, siendo el monto máximo 250.000 dólares por un cáncer asociado al 11S.
Fueron al menos 3.000 personas indocumentadas, hombres y mujeres, que retiraron escombros y limpiaron el tóxico polvo que había dejado la destrucción del World Trade Center.
En ese momento no lo sabían, pero años después confirmaron que aquel fue uno de los peores desastres ambientales de Nueva York. Sin embargo, ya se sabía que el asbesto y el plomo eran nocivos para la salud.
El polvo tóxico estaba lleno de ambos, entre otras 70 sustancias cancerosas, según el National Institute for Occupational Safety and Health en un informe de 2007.
Jornadas extenuantes
Como lo reportan Franklin Anchahua, Lucely Gil, Luis Soriano, Rosa Duque o Rubiela Arias, inmigrantes latinoamericanos sin papeles, trabajaban jornadas de 8 horas a 60 dólares la jornada (un poco más de lo mínimo para aquel entonces).
No les dieron entrenamiento y el equipo de protección era precario: guantes que se rompían con facilidad y mascarillas de papel que se ensuciaban enseguida. En muchos casos, el trabajo duró al menos 6 meses.
Lo trágico ha pasado después: el mencionado National Institute for Occupational Safety and Health ha reconocido desde 2007 más de 20 tipos diferentes de cáncer asociados al derrumbe del World Trade Center.
Estas personas han sufrido el síndrome de estrés postraumático, problemas respiratorios severos o dolencias gástricas, todos asociados al humo y al polvo de los escombros.
Franklin, peruano, sufre de EPT, y tiene los pulmones destrozados; Lucely, colombiana, superó un cáncer de mama (el más recurrente entre las mujeres que limpiaron el WTC), Luis, ecuatoriano, sufrió una gravísima diverticulitis que casi lo mata.
Rosa, guatemalteca, tiene dificultades respiratorias, y Rubiela, colombiana, tiene EPT y varias enfermedades estomacales y respiratorias.
Ayudas federales
Algunas de estas víctimas han demandado a la ciudad de Nueva York y a las empresas que les contrataron, y pese a que algunos de ellos han recibido indemnizaciones, no han obtenido los papeles de residencia.
Las indemnizaciones han estado por el orden de entre 40 y 55.000 dólares, pero el dinero no alcanza para pagar deudas, tratamientos médicos, comida y alquiler.
Muchos de ellos asisten ocasionalmente a un grupo de apoyo, Borders for Hope, con el que luchan por salir de la depresión, y otros han llevado adelante iniciativas para pedir la residencia para todos los sin papeles que trabajaron en la limpieza de las Torres Gemelas.
Hay que precisar que muchos de los limpiadores del 11S cuentan con una cobertura médica completa mediante el programa de salud federal del World Trade Center, pero otros muchos no han recibido ningún tipo de indemnización.
En 2011 el Congreso aprobó el pago de indemnizaciones federales, siendo el monto máximo 250.000 dólares por un cáncer asociado al 11S.
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