Nueva Caledonia rechaza independizarse de Francia
El 96,49 % de los votantes dijo “no”, pero la participación fue inferior al 50 %.
El domingo 12 de diciembre los ciudadanos de Nueva Caledonia rechazaron por tercera vez separarse de Francia y convertirse en una república autónoma.
Un 96,49 % respondió “no” a la pregunta "¿Quiere que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se independice?".
Es el tercer referéndum que desde 2018 ganan los partidarios de seguir bajo la tutela de Francia, pero también el que ha tenido una menor participación, debido a un llamado a boicot por parte de los separatistas canacos.
Aunque la abstención fue de un 56,1 %, el gobierno francés no considera que invalide el resultado. En palabras del presidente Emmanuel Macron: “Los caledonios han optado por seguir siendo franceses. Lo decidieron libremente”.
Un resultado definitivo, pero no definitorio
Nueva Caledonia es un archipiélago en el Pacífico Sur, una colonia territorial francesa con movimientos proindependentistas desde la década de los 80 del siglo pasado.
En 1998, el gobierno francés y varios movimientos políticos de las islas firmaron el Acuerdo de Numea, que otorgaba una serie de derechos políticos y un gobierno autónomo a Nueva Caledonia, quedando en manos de los franceses la administración de justicia, la seguridad y defensa, y la moneda.
El acuerdo preveía además tres referéndums para determinar el futuro de Nueva Caledonia. El primero se realizó en 2018, y fue ganado por los “lealistas” con un 56,67 %. El segundo fue en 2020 y volvieron a ganar los que no quieren separarse con un 53,26.
Los canacos, habitantes originarios y en su mayor parte proindependencia, y los grupos separatistas habían solicitado posponer el referéndum debido a que los primeros se encuentran cumpliendo doce meses de luto por las muertes causadas por el coronavirus.
Al no ser aceptada la solicitud llamaron a un boicot que ha motivado una abstención de un 30 %, en comparación con los referéndums anteriores.
El gobierno francés, consciente de que hay una división en torno al futuro del territorio, ha llamado a considerar los resultados de los tres referéndums, y a no considerar solo los últimos resultados.
Qué sucederá ahora
Los grupos independentistas no reconocen el resultado y han anunciado su propósito de acudir ante la ONU si no se anula esta consulta.
Con este tercer referéndum concluye el Pacto de Numea de 1998. Ahora, las partes tienen dieciocho meses para decidir cuál será el destino político de Nueva Caledonia.
Los “lealistas” quieren comenzar la discusión de inmediato, pero los independentistas prefieren esperar por los resultados de las elecciones presidenciales francesas, en abril de 2022.
Para Francia estas islas revisten especial importancia, pues en ella se encuentra el 10 % de las reservas mundiales de níquel, utilizado para hacer acero inoxidable, baterías y teléfonos móviles.
También hay cierto temor a que después de su independencia queden bajo la órbita política y económica del gobierno chino, como ya ha pasado con otras islas y territorios de Polinesia.
Por lo pronto, el presidente Macron ha pedido adelantar las discusiones para impulsar un nuevo plan con el fin de mejorar la infraestructura sanitaria, tomar medidas de protección ambiental, mejorar la economía local y la situación de los derechos de las mujeres.
El domingo 12 de diciembre los ciudadanos de Nueva Caledonia rechazaron por tercera vez separarse de Francia y convertirse en una república autónoma.
Un 96,49 % respondió “no” a la pregunta "¿Quiere que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se independice?".
Es el tercer referéndum que desde 2018 ganan los partidarios de seguir bajo la tutela de Francia, pero también el que ha tenido una menor participación, debido a un llamado a boicot por parte de los separatistas canacos.
Aunque la abstención fue de un 56,1 %, el gobierno francés no considera que invalide el resultado. En palabras del presidente Emmanuel Macron: “Los caledonios han optado por seguir siendo franceses. Lo decidieron libremente”.
Un resultado definitivo, pero no definitorio
Nueva Caledonia es un archipiélago en el Pacífico Sur, una colonia territorial francesa con movimientos proindependentistas desde la década de los 80 del siglo pasado.
En 1998, el gobierno francés y varios movimientos políticos de las islas firmaron el Acuerdo de Numea, que otorgaba una serie de derechos políticos y un gobierno autónomo a Nueva Caledonia, quedando en manos de los franceses la administración de justicia, la seguridad y defensa, y la moneda.
El acuerdo preveía además tres referéndums para determinar el futuro de Nueva Caledonia. El primero se realizó en 2018, y fue ganado por los “lealistas” con un 56,67 %. El segundo fue en 2020 y volvieron a ganar los que no quieren separarse con un 53,26.
Los canacos, habitantes originarios y en su mayor parte proindependencia, y los grupos separatistas habían solicitado posponer el referéndum debido a que los primeros se encuentran cumpliendo doce meses de luto por las muertes causadas por el coronavirus.
Al no ser aceptada la solicitud llamaron a un boicot que ha motivado una abstención de un 30 %, en comparación con los referéndums anteriores.
El gobierno francés, consciente de que hay una división en torno al futuro del territorio, ha llamado a considerar los resultados de los tres referéndums, y a no considerar solo los últimos resultados.
Qué sucederá ahora
Los grupos independentistas no reconocen el resultado y han anunciado su propósito de acudir ante la ONU si no se anula esta consulta.
Con este tercer referéndum concluye el Pacto de Numea de 1998. Ahora, las partes tienen dieciocho meses para decidir cuál será el destino político de Nueva Caledonia.
Los “lealistas” quieren comenzar la discusión de inmediato, pero los independentistas prefieren esperar por los resultados de las elecciones presidenciales francesas, en abril de 2022.
Para Francia estas islas revisten especial importancia, pues en ella se encuentra el 10 % de las reservas mundiales de níquel, utilizado para hacer acero inoxidable, baterías y teléfonos móviles.
También hay cierto temor a que después de su independencia queden bajo la órbita política y económica del gobierno chino, como ya ha pasado con otras islas y territorios de Polinesia.
Por lo pronto, el presidente Macron ha pedido adelantar las discusiones para impulsar un nuevo plan con el fin de mejorar la infraestructura sanitaria, tomar medidas de protección ambiental, mejorar la economía local y la situación de los derechos de las mujeres.
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