En Brasil se ha disparado a niveles récord la destrucción de esta valiosa selva. (Foto: Envato)

Es el peor Gobierno para el medio ambiente en toda la democracia en Brasil

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Brasil alberga en su territorio la mayor parte de la selva amazónica, el bosque tropical más grande del mundo y considerado el pulmón de la Tierra por su capacidad para absorber dióxido de carbono. Bajo el mandato del actual presidente Jair Bolsonaro, sin embargo, se ha disparado a niveles récord la destrucción de esta valiosa selva.

En los primeros tres años de su mandato se han deforestado 34.000 kilómetros cuadrados de bosque tropical, una superficie superior a la de Cataluña o un país como Bélgica. "Es el peor Gobierno para el medio ambiente en toda la democracia en Brasil", explicó a RTVE Romulo Batista, portavoz de Greenpeace Brasil desde Manaos, corazón de la selva.

Pero más allá de la extensión, lo que preocupa a ecologistas y científicos es la tendencia al alza. Desde 2004, poco después de la llegada al poder de Luis Inácio Lula da Silva, la deforestación ha ido disminuyendo, y se llegó a reducir casi un 80% durante su presidencia, según datos del proyecto PRODES, que monitorea este fenómeno por satélite.

En la última década no se había pasado de 10.000 km² de deforestación anual, una barrera que se superó en 2019, el primer año de Bolsonaro en el poder. Con él, la destrucción de la selva ha aumentado un 73% hasta 2021, el peor año de los últimos 15.

En 2022 la situación no ha hecho más que empeorar: en el primer semestre se quemaron casi 4.000 km², un 10% más que en el mismo periodo del pasado, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

Detrás de estos números hay una falta de interés por parte del Gobierno en aplicar la legislación ambiental y perseguir a ganaderos y agricultores, los principales responsables de la deforestación. Según datos de la FAO, el 90% de la destrucción de bosques a nivel mundial está impulsada por esta industria. En Brasil, concretamente, el 72% se debe a la ganadería de vacuno, que después se exporta a otros países como Estados Unidos o China.

"Hemos visto constantes recortes de la financiación para las agencias medioambientales que se encargan de monitorear y combatir la tala ilegal y los incendios", explicó Batista. El año pasado, más de la mitad del presupuesto de la agencia medioambiental federal Ibama se dejó sin ejecutar, según Observatorio del Clima, un grupo de varias ONG brasileñas.

Cabe recordar que Bolsonaro provocó la suspensión de la financiación internacional al Amazon Fund, un mecanismo de donaciones al que contribuían especialmente los gobiernos de Noruega y Alemania. Estos países, tras cambios unilaterales en su funcionamiento por parte del presidente brasileño, decidieron congelar su actividad.

En Brasil la Amazonia está protegida por el Código Forestal, una ley pionera en el mundo que se remonta a 1965, y que obliga a los terratenientes a preservar un determinado porcentaje de sus parcelas para la selva virgen. Sin embargo, los activistas medioambientales cuestionan el interés de Bolsonaro en hacer cumplir la legislación, ya de por sí debilitada tras una controvertida reforma en 2012.
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