Santiago de Chile bajo el control del Ejército y estado de emergencia

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El aumento de tarifas del Metro derivó en graves incidentes, con actos vandálicos y saqueos en la ciudad de Santiago. Hubo 308 detenidos y 167 heridos. La capital de Chile, bajo el estado de emergencia decretado por el gobierno con movilización del Ejército para hacer frente a una amplia protesta social. 



De un cacerolazo a violentos enfrentamientos entre encapuchados y las fuerzas especiales de la policía y militares en varios puntos de Santiago, como la céntrica Plaza Italia.

El aumento del precio del billete del metro de Santiago derivó el viernes 18 en una jornada de graves desórdenes, con incendios en varios puntos de la ciudad, saqueos y actos vandálicos que sumieron a la capital en un clima de caos.

El presidente Sebastián Piñera, tras una larga reunión en La Moneda con los ministros de Interior, Andrés Chadwick, y de Defensa, Alberto Espina, decretó el estado de emergencia y nombró al general de división Javier Iturriaga del Campo como jefe de la Defensa Nacional en las zonas de la Región Metropolitana, la más afectadas por los disturbios.

Se declaró el estado de emergencia en la provincia de Santiago (con la mayor parte de las comunas de la Región Metropolitana), la provincia Chacabuco y las comunas de Puente Alto y San Bernardo.

"Frente a los graves y reiterados ataques y atentados contra las estaciones y las instalaciones del metro de Santiago, contra el orden público y la seguridad ciudadana, he decretado estado de emergencia. El objetivo es muy simple pero muy profundo: asegurar el orden público, la tranquilidad de los habitantes de la ciudad de Santiago, proteger los bienes tanto públicos como privados y, por sobre todo, garantizar los derechos de todos", la declaración del presidente Sebastián Piñera.

“He asumido el control y el mando de las fuerzas militares y las fuerzas de orden y seguridad y estamos desplegados para evitar que se sigan cometiendo desmanes y destrozos en la ciudad y, lo más importante, recuperar a la brevedad los derechos y las libertades de las personas para que puedan seguir ejerciendo su vida con normalidad”, la declaración del general Javier Iturriaga del Campo.

Fueron horas caóticas con 41 estaciones del metro destruidas, 308 detenidos y156 policías heridos. La ciudad de Santiago amaneció el sábado destruida en distintas zonas y bajo el control de los militares.

Lo que comenzó como protestas contra el alza del precio del metro, se tradujo en incendios de autobuses, coches, bancos, sedes de compañías multinacionales y saqueos de tiendas y supermercados en diferentes zonas de la capital. Tanto el Gobierno como los partidos políticos en general han quedado dsbordados y sin respuesta ante un fenómeno de descontento profundo.

 El estado de emergencia no había sido utilizada en Chile desde la dictadura, salvo con ocasión de desastres naturales como el terremoto de 2010. Michelle Bachelet lo decretó entonces para controlar el desorden público en el sur del país.

Atención a lo sucedido. El metro es uno de los símbolos de Chile. Quedó suspendido y cerrado. El aumento del precio del billete fue de 800 a 830 pesos (1,13 a 1,17 dólares). Pero es la enésima alza en una década. Por encima del precio del metro de Sao Paulo, Buenos Aires y Ciudad de México

De repente, el horizonte de desafíos se crispó de forma amenazadora. El sistema de pensiones requiere de una transformación profunda La educación pública quedó dañada. Las medicinas son muy caras. La población gana menos de 770 dólares al mes. Pero el dato más serio es el de 11 millones de chilenos con deudas.

Hay muchas instituciones dañadas por la corrupción. Este estallido brutal de violencia pone de nuevo el foco sobre un descontento social que exige un análisis en profundidad. Apunta además a un descontento profundo con las élites.

Chile va ser próximamente la sede del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), en noviembre, y la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP25), en diciembre. Hasta ahora el país presumía de estabilidad, crecimiento y fortaleza de sus instituciones. Pero este estallido social llama a la más seria reflexión.
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