Texas y Corea del Norte en la visita de Donald Trump a Japón

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El viaje de Donald Trump a Japón quedó marcado por la tragedia de Texas.

Si octubre fue dramático en Estados Unidos, noviembre dejó temible huella nada más comenzado. En octubre, 60 personas murieron y más de 500 resultaron heridas, víctimas de los disparos de un tirador apostado en la ventana de un hotel en Las Vegas. En noviembre, en un pueblo rural de Texas (Sutherland Springs, de menos de 700 habitantes), un exmilitar asesinó a 26 personas e hirió al menos a otras 20 mientras celebraban misa.



Para el Partido Republicano, no trata de las armas en las manos del asesino sino del mal en su corazón. Para el Partido Demócrata, lo esencial es activar medidas de mayores controles para la adquisición de armamento. Barack Obama, en su mandato, como de nuevo ha subrayado ahora, ha insistido en la importancia de avanzar para reducir la violencia y el armamento entre civiles.

En Tokio, el presidente de los Estados Unidos, señaló que "la salud mental es el problema". El asesino de Texas había amenazado a su suegra, que asistía a la iglesia atacada. Los suegros del tirador eran habituales de esa parroquia, pero no fueron ese domingo. Dos vecinos hicieron frente al homicida y frenaron la masacre. 

Las primeras investigaciones apuntaron a que el criminal había sido expulsado de las Fuerzas Aéreas y se ofrecía como docente para niños en centros evangelistas. En las redes sociales, activistas de extrema derecha intentaron difundir en Internet falsos perfiles sobre el autor de la matanza en la iglesia baptista de Sutherland Springs.

En la visita de Donald Trump y Melania a Japón, dos momentos especiales. Afortunadamente el presidente no retorció la mano al emperador Akihito como hizo en Washington con el primer ministro Shinzo Abe.

Se saludaron con un  apretón de manos y dialogaron cordialmente a través de un intérprete. La emperatriz Michiko y Melania Trump hicieron lo mismo sin necesidad de recurrir a la traducción.

Interesante y revelador otro momento de la visita en una ceremonia previa a un almuerzo en el palacio de Akasaka, en Tokio. Se trataba de dar de comer a las carpas koi (Cyprinus carpio linnaeus), una tradición muy especial. Shinzo Abe, prudente, lanzó unas cucharaditas de pienso a los peces. Donald Trump lo trató de imitar pero acabó volcando toda la caja.

La impaciencia es una de las señas de identidad del presidente que ama al golf lo primero y después viene el resto. "La era de la paciencia estratégica se ha acabado", ha dicho sobre el régimen de Kim Jong-un. Shinzo Abe puso en esta visita el énfasis en la firmeza junto a la moderación. Dos talantes bien diferentes; dos formas de comprender el mundo y la reacción ante los problemas.
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